lunes, enero 17, 2005

La planicie voluptuosa

Mar y luna quería para mi última semana del 2004, y eso precisamente fue lo que no obtuve. El poema favorito de mi papá (La Perrilla) me ha recordado desde que tengo uso de razón que “en más de una ocasión sale lo que no se espera”; y sí, esta vez otro era el destino. Mi astuto padre debe haber dormido plácidamente –sin saberlo- mientras yo era víctima de las enseñanzas que vienen pegadas a los versos que más odié cuando era chiquito, porque ustedes no saben lo que significa oír La Perrilla 753 mil veces.

Bueno, al grano. En vista de que la agencia de viajes me salió con un chorro de babas y mi plan de empelotarme en Bahía Solano se aplazó unos meses más, acepté la invitación de asistir a uno de los espectáculos más curiosos de este país y que tiene por escenario las calles de la ‘Sultana del Valle’. Mi destino vacacional resultó ser una mezcla de olores, colores, sabores y actitudes que me dejaron gratos recuerdos de la vallecaucanidad, y que merecen contarse aclarando que ninguna descripción es igual a haberlo vivido.

Comienzo por lo obvio, la Salsa. En Zaperoco y Tin Tin Deo se reúnen los adictos a la guaracha, el son montuno, el danzón y la salsa, para bailar con una elegancia indescriptible las canciones más desconocidas del mundo. Lo digo otra vez, con una elegancia indescriptible. Tres tips para los novatos como yo: primero, para estos melómanos de culto la ‘salsa dura’ tiene infinitas ramificaciones; segundo, las vueltas arrebatadas al bailar son de mal gusto; y tercero, entre menos tema se le ponga a la pareja, mejor.

Hay que ver a algunas parejas caleñas ‘tirar paso’ en vivo y en directo para entender por qué dan ganas de pedirse el quinto whiskey de la noche.

Imposible dejar de lado las tetas y los culos. La cultura del escalpelo y el quirófano ha llegado a tal punto que en Cali ya existen las cirugías estéticas de interés social, con las que las muchachitas (¿y los muchachitos?) de clases populares logran verse como las mejores vedettes de nuestra farsa-rándula. Resulta que el Hospital Universitario del Valle decidió sisbenizar la silicona para evitar –supongo- tanta cirugía de garaje y tanto obituario innecesario a causa de la vanidad.

Eso fue lo más llamativo de una ciudad de por sí sugestiva, que queda en mi memoria como una planicie voluptuosa donde Valeria Massa y Nicole Kidman serían las últimas de la fila, y que me enseñó, además, la posibilidad de usar esnobismo y salud pública como sinónimos.

Temas menos gratos como el de los toros también merecen unas líneas, y con mayor razón si las vallas publicitarias de temporada promovían la consigna de que “Feria sin toros no es Feria”. ¡Por favor!

Que a la Bandeja Paisa le falten el chicharrón, las tajadas, o el huevo; imperdonable. Un polvo sin la adrenalina erótica del foreplay; chiste flojo. Pero que matar seis toros diarios durante una semana sea condición sine qua non para una “buena feria”, mientras los corazones ebrios por el correr de la manzanilla piden orejas y rabos, no hay derecho. Bonito circo romano éste que se han montado, sólo que ahora los sacrificados no son bárbaros sino ejemplares de pura casta.

La otra cara de la moneda mostró taxistas amables con los que uno charlaba desde el puesto del copiloto y que cobraban lo que decía el taxímetro (igualitico que en Bogotá), largas y seguras caminatas nocturnas –bien charladitas- y una amabilidad que desafortunadamente sólo se ve en provincia.

Yo no sé si Cali es Cali y lo demás es loma, pero definitivamente el aire debe estar cargado de algún ‘quereme’ que la hace especial. Claro está, Bogotá también es Bogotá, París es París y Caparrapí es Caparrapí. Cada ciudad tiene lo suyo y los nativos le sacan jugo a todas las bellezas que hay para mostrarle al forastero, aún si la delincuencia común y de cuello blanco se esmeran en que lo inmostrable sea tan grande como la lista de esposos de Jennifer López.

En resumen Cali me gustó un montón, volvería encantado, pero soy tan rolo que aquí estoy y aquí me quedo.

3 Comments:

At 11:36 a. m., Anonymous Anónimo said...

Me he metido varias veces a ver si habías escrito algo nuevo, hasta que por fin! Creo que la única vez que he ido a Cali (y para colmo en plan de trabajo) no me gustó ni cinco, ese cuento de que Cali es Cali y lo demás es loma, pues qué te dijera...creo que no soy la única que ha ido a Cali y lo pone en duda, sin embargo, eso sí no se puede negar la queridez de la gente, la comida, la salsa...y bueno, no todo podía ser feo y malo. Finalmente te gozaste tus vacaciones y eso vale más que cualquier cosa, así no hubieras podido revolcarte en la arena de la playa como sirena con urticaria, ni aprovechado los beneficios del sol de nuestras costas del Pacífico. Tienes que ponerte eso de meta para este año, hace rato no vas a la playa, no?

Silvia

 
At 12:34 p. m., Blogger Beatriz Torres Ibarra said...

Buena Ivancho, me alegro que hayas seguido mi ejemplo y empieces a practicar pa cuando nos contraten en El Tiempo, Semana, Soho o The New Yorker. Me gusta tu estilo, espero que seas constante y no decidas darle "delete this blog" a este proyecto.
Un besito

 
At 6:13 p. m., Blogger Ivan said...

Silvia: Ya van como 2 años que nada de playa, entonces tendré que concentrarme en esa tarea.

Lupe: Jugaré al aprendiz por un tiempo con este espacio, a ver si alguna vaca sagrada se pasa por acá, se interesa y me ofrece algún trabajo. Aunque sea por los laditos.

 

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