lunes, enero 24, 2005

Rodolfo

Fotografía 1
La Abuela de Rodolfo rompió su promesa de regresar en la noche justo antes del noticiero. No porque quisiera abandonar a su hijo y a su nieto, claro, sino porque alguien aprovechó la oscuridad de las siete de la noche para enseñarle cuánto duelen unas puñaladas en el estómago.

Rodolfo, a pesar de estar lleno de rabia, quiso contarle a la gente sobre su transformación en doliente de la irracionalidad típica de las ciudades latinoamericanas. Lo que no esperaban los paisanos de este remedo de poeta –que también había perdido a su madre poco después de nacer- era que sus dulces palabras de rebeldía serían esta vez un castigo de gritos con menor carga metafórica.

Sólo la radio y la TV no fueron bienvenidos.

–¿Qué es lo que quieren de mi? ¿Que es lo que quieren saber? –Dijo con alaridos ensordecedores.

Pero bueno, a mi también se me dañaría el día si un funcionario de medicina legal me invitara a comprobar que el apellido del sujeto bajo la sábana coincide con el mio.

Fotografía 2
–Voy a verte feliz –Le explicó a su nueva amante vaticinándole su futuro inmediato.

Esas palabras sirvieron para que ella le regalara un buen beso, no sin antes morderse los labios con la sensualidad característica de la mujer que nos conquista haciéndonos creer que la tenemos comiendo de nuestra mano.

A pesar de los éxitos laborales de nuestro amigo Rodolfo, el problema grande por esa época era que cupido se hacía el estúpido y se negaba a probar puntería. Por eso la sorpresa cuando el caprichoso francotirador decidió ponerse los pañales y salir a trabajar a pesar de que era domingo. Tal fue el asombro que, el ahora consolidado poeta, se atrevió nuevamente a hablar en público y compartir con todo el mundo lo que sentía.

Es que cuando las cosas van mal los amigos y la familia nos tienden una mano acompañada del consuelo –algo cliché- de que todo va a estar mejor con su ayuda. Pero eso es puro embuste, lo único que sirve es conseguirse alguien con quien compartir las cobijas. Y ya.

Fotografías 3 y 4
Drogadicto sidoso es un calificativo algo rudo para referirse a una persona que vive en un séptimo piso, duerme poco y hace un ruido insoportable cuando se le va la mano con la merca. Mucho más si a ese ‘alguien’ nunca le hemos dado la oportunidad de invitarnos a sus sesiones de euforia colectiva.

Sin embargo, entiendo en cierta forma a las vecinas de Rodolfo. Él mismo andaba diciendo por el barrio que organizaría una fiesta con más revoluciones de lo normal, y sus amigos no tenían problema en escribir cientos de textos relatando sus experiencias con los sicotrópicos, los alucinógenos, los sicoactivos y la compota de durazno.

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La soledad no es tan mala consejera como dicen las mamás, sólo es más egoísta y un tanto propensa al consumo de ciertas sustancias.

4 Comments:

At 6:23 p. m., Anonymous Anónimo said...

No deje que los abismos de tiempo entre sus historias se hagan tan inmensos. Me quita un poco de esperanza cada vez que busco y no encuentro.

 
At 10:09 a. m., Anonymous Anónimo said...

En realidad no fue un revolver sino un cuchillo, y no fue la abuela solamente, fueron 3 más, en su casa. 4 porque el bebé en la panza de la empleada a la que también acuchillaron es igual de importante que los demás. Creo que solo un alma de llagas abiertas puede soportar un episodio por el estilo, o por lo menos llevarlo con dignidad y capaz de transmitírselo a uno de esa forma, hecho canción, para que uno se apropie y lo adapte a sus propios problemas, así sean imaginarios.
Me gusta como escribe.

 
At 6:47 p. m., Blogger Ivan said...

Gracias al lector anónimo quien me hizo caer en cuenta sobre la ligereza que cometí en este post. Pido mil disculpas, a ustedes y a Rodolfo.

 
At 6:17 p. m., Blogger Ivan said...

Fuliancho: Ja, 'como los carros del underground'. Gracias compadrito.

Anónimo: No pierda la esperanza, me compromento a hacer de esto una actividad más frecuente. Agradecido por la visita.

 

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