martes, agosto 08, 2006

Sin previo aviso

Medir el azar de sus encuentros hubiera dado como resultado una perfecta planificación, casi delincuente. Irónica. Aunque ellos insistieran en las jugadas de fuerzas sobrehumanas como justificación para el accidental entrecruzamiento de sus andares, nadie lo hubiera creído. Era verdad.

Él hacía lo suyo, a diario, cuidándose siempre de no invitar más de cinco veces por semana a la insistente rutina. Ella, disfrazada de princesita recatada, practicaba en el teléfono parlamentos recurrentes hasta las 5:15 p.m. Los dos bien concentrados en el quehacer cotidiano. Todo con una continuidad envidiable, propia de las radionovelas bien hechas; esas en technicolor.

Ese cuadro impedía a cualquiera pensar en un cruce de miradas que gozara de total espontaneidad.

Afortunadamente para ellos, en cualquier esquina, a ninguna hora en particular, siempre hubo espacio para un beso incidental. Producto de su fino talento para acercarse al otro sin pensarlo siquiera.

Quién lo creyera. Yo, cuando me lo contaron, no lo creí.

3 Comments:

At 12:32 p. m., Blogger Ranma said...

Definitivamente lo que tiene que pasar, pasa. En el momento menos esperado...quien creyera que algo sin mayor planificación termine siendo mucho mejor que cualquier otro plan armado con anterioridad.

 
At 6:14 p. m., Blogger Culebrero said...

Por lo visto la audiencia de radionovelas aumenta por estos días.

 
At 12:08 p. m., Blogger Ivan said...

Ranma: Es que hay cosas que ni qué. Es una historia tan enredada como bonita.

Culebrero: Me declaro fanático de las radionovelas, pero solo de las que vienen en Technicolor. Ja. Por acá a la orden.

 

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