martes, noviembre 01, 2005

Si ve, yo le dije

Me autoprometí ser el abanderado de la lucha contra los lugares comunes en este blog, lo que me convierte en juez y parte, en mi autoenemigo. Con esto empezamos mal. Y aquí estoy, sintiendo que llego al punto obvio, con las mangas de la camisa bien remangadas, dispuesto a escribir ‘el post maldito’.

Estancarse en el negocio resultó tan fácil como encontrarle el gusto a una cerveza fría. Nota al pie: tengo ganas pero es martes y hay que estudiar.

He leído varios blogs y casi siempre me tropiezo con ‘el inpronunciable’, que relata la desazón del blogger sin tema, energúmeno e inconforme con su velocidad neuronal. Y aquí estoy yo, como el borrachín que no quiere entrar a la reunión de AA, luchando contra la corriente para no decir, al igual que tantos otros, que ningún texto está terminado, que el trabajo se roba todo mi tiempo, que a los borradores les falta mucha lija, que mi chica-latina acapara casi completamente mi atención, que los jueves son para escalar y los domingos para dormir como una nutria, que esto, que lo otro, que más excusas.

Varios me han preguntado por la razón de mi infrecuente frecuencia, y tal vez deba empezar a grabar casetes con la justificación. Mejor concentrarse, hablar al micrófono con voz convincente, sacar de las mangas que me remangué en el primer párrafo una frase popular, graciosa y diciente, y listo. Mejor eso que explicar noventa y tres veces lo mismo, buscando todo el tiempo sinónimos que me den la sensación de no andar por ahí repitiendo un parlamento libreteado, con la misma metáfora urbana insípida.

El más común de los lugares, ‘el innombrable’, se coló con todo éxito por la puerta de atrás y venció el anillo de seguridad que montamos para evitar su ingreso. Pero qué le hacemos, ni siquiera el Chelsea es infalible. Los papás de uno dirían que los médicos también se mueren, o en el peor de los casos se darían vuelta mirando con la típica cara de ‘si ve, yo le dije’.