jueves, septiembre 14, 2006

Pasado, presente y futuro

Ayer
Fue día de pago. Después de varios tantos meses sin que alguien se compadeciera de la famélica apariencia de mi cuenta de ahorros, al fin se dio el milagrito. Dicho en tonito trágico, luego de muchos días y muchas noches, cuando ya la esperanza preparaba su definitiva despedida, en la tarde del día 105, descansé tranquilo.

Hoy
Momento ideal para probar suerte. No precisamente en el casino, no señor. Día para ir al cajero electrónico a tentar el ánimo del destino o la eficiencia del sector financiero (escoja usted). Como dije, a probar suerte; que afortunadamente me acompañó. La cosa iba bien, pues la máquina empezó a hacer el ruido que nos hace pensar con regocijo: está contando los billetes que le pedí.

–¿Recibo o pantalla?
–Recibo señor cajero electrónico; mil gracias –le dice uno mirando la pantalla con cara amable. Como si de verdad a esa máquina le importara recibir sonrisas.

Pero las cuentas rápidas y mal hechas sobre el saldo anhelado no dan un número siquiera cercano al del papelito entregado por el aparato. Y piensa uno en los pellizcos que le hacen por aquí y por allá al cheque antes de darle libertad condicional. Y da una rabia...

Mañana
Insistiré que soy un subempleado más, para quien la idea de los 16 salarios al año, y las primas, y las vacaciones, son los mitos más falsos del planeta.