lunes, julio 17, 2006

Ay, que orgulloso no me siento

Señores presentadores de televisión, docentes de todos los niveles educativos, militantes de movimientos políticos de variados cortes y tendencias, lustrabotas, ginecólogos, violonchelistas.

Queridos padres de la patria y de familia, reconocidos artistas de talla mundial, deportistas de diversas disciplinas, glorias colombianas olvidadas y venidas a menos, amas y amos de casa.

Operadores de sistemas de transporte masivo, escolares, representantes de organizaciones sociales, peluqueros, artistas, ingenieros mecánicos, de sistemas, de pacotilla, civiles.

Estimados maestros de ceremonias de incontables reinados nacionales, departamentales, municipales y veredales. Funcionarios de las diferentes ramas del poder público, trabajadores del Estado colombiano, proxenetas.

Diseñadores gráficos e industriales, expertos de la banca multilateral comprometidos con el desarrollo económico y social del país, trabajadores independientes, abogados litigantes, administradores, panaderos, mecánicos automotrices.

Amigos todos.

Hoy más que nunca se hace evidente la imperiosa necesidad de sacar a nuestros compatriotas del engaño al que los han sometido durante décadas. Hoy, como nunca antes en la intrincada historia patria, es un deber nacional hacerle al mundo una aclaración postergada injustificadamente por años: el desértico departamento del norte de Colombia, del que son famosos los tejidos indígenas, el carbón, los paisajes paradisíacos y el contrabando, se llama La Guajira, y no sólo Guajira como muchos torpemente insisten en insistir.

Revisen el orden de las candidatas de Señorita Colombia (supuestamente alfabético); no hay tal ‘Señorita Guajira’. No se dejen engañar por familiares que envían cartas desde la tierra de Emiliano Zuleta y firman llenos de emoción ‘La Jagua del Pilar – Guajira’; si no están en la Patagonia con seguridad estarán en las Bahamas. No es cierto, tampoco, que haya influencia paramilitar en Villanueva – Guajira; el generador de caracteres del noticiero televisivo miente.

Los falaces apátridas hacen su voluntad sin que voces de protesta se alcen para contenerlos.

Cortemos con la ignorancia indiscriminada. Colombianos del mundo, uníos.