miércoles, diciembre 21, 2005

El sur de Colombia

Sólo un descendiente de las incomparables familias del sur de Colombia -incomparables por sus abundantes ejemplos de vidas malogradas y de parientes chascarrilleros- podría comportarse en consecuencia con la ‘bien ganada mala fama’ de torpes y distraídos que acompaña a la paisanada desde la época de la independencia.

Es probable que inmerso en el ajetreo diario de la mañana, intentando fijar la concentración en el difícil performance de un baño de gato como dios manda, al tiempo que decide el atuendo adecuado para la confusa temporada verano-invernal del momento, se dejen como pendientes otras cosas igual de importantes.

Existe una alta probabilidad de que en el afanoso recorrido cuarto-baño-cuarto-cocina-comedor-baño-cuarto-salida se tomen decisiones de consecuencias irreparables como, por ejemplo, conectar el teléfono móvil al cargador pero pasar por alto el respectivo acople de este último al tomacorriente. La vena sureña ataca sin anunciar.

Peor aún, si la suerte decidió arruncharse con alguien más, puede ocurrir que el mencionado descuido tenga lugar el día de su cumpleaños. Justo cuando el copioso repicar polifónico y las vibraciones epilépticas del aparatico son tan esperados.

De ahí en adelante sólo habrá posibilidad de hacer dos cosas; juntas o por separado: lanzar insultos como quien tiene en frente a un director técnico de la Selección Colombia y buscar un cargador de la marca que según parece nadie más en el mundo ha comprado.

Si esto le pasara a usted, estimado paisano, evite que su frecuencia cardiaca se incremente, no olvide que las raíces no se abandonan así se quiera. Y que la tierra siempre llama, porque para ella no importa que su teléfono tenga la batería en cero.